Actualidad
Internacional.
La
ley del dinero ha reforzado la moda y
el estilo del gran Señor Presidente de
los Estados Unidos de América Donald Trump. Como todo eminentemente rico,
el mandatario de ese país norteño, acostumbrado
al andante y sonante dinero en arcas importantes, no puede, de ninguna manera, dejar a un lado
su estirpe de todopoderoso y así actúa.
Como
George W. Bush, en su tiempo, proclama el famoso e insolente lema de “ o están
conmigo o están con los terroristas. Trump es un hombre acostumbrado a los
negocios, al dinero cantante y sonante y no a otra cosa que tenga que ver con
la política. Tal es el caso de los niños
que fueron separados de sus padres
causándoles un inmenso dolor en nombre del pundonoroso ejercicio de leyes o
disposiciones que en nada se corresponden con el sentido de humanidad que
quiere exhibir el actual inquilino de la Casa Blanca. Las imágenes de la
televisión han dicho mucho del hacinamiento de niños víctimas de la insolente medida que,
de humanidad, no tiene más que el terror y la indefensión.
Una
prueba de la locura imperial es la declaración de la salida de los Estados Unidos de la
Comisión de los Derechos Humanos instalada en Ginebra, la adhesión y la
complicidad con Israel como algo humillante al pueblo palestino, la proclamada
ayuda a países que sirvan a los intereses de los Estados Unidos, la retirada de
la comisión relacionada con el cambio climático, la separación de sus
compromisos nucleares y la política de que Estados Unidos primero, sin
reconocer los derechos de las demás naciones, la guerra económica contra China,
la política estadounidense de abanderados del libre comercio mientras mantienen
un férreo bloqueo contra Cuba y la aplicación de sanciones unilaterales a una
Venezuela que es paladín de decoro y enaltecimiento de las ideas del Libertador
de América Simón Bolívar.
Trump
se pavoneó con el grupo minoritario y
recalcitrante de la comunidad cubana en los Estados anunciando nuevas medidas
para fortalecer el bloqueo y crear dificultades a los viajes entre los dos países y crea ilusionarías agresiones acústicas a sus funcionarios en
Cuba que son catalogadas de ridículas por la opinión pública.
Por
otra parte cultiva las presiones a Irán
y con operaciones encubiertas de la CIA, puso fin a la pretensión del cierre de
la prisión estadounidense en la Base Naval de Guantánamo en el territorio
ilegalmente ocupado por Estados Unidos en Cuba.
Como
otros presidentes, ha hecho caso omiso a las votaciones mayoritarias en
Naciones Unidas para que retire el bloqueo a Cuba a la vez que, aunque ya no es
miembro de la comisión correspondiente, proclama a los cuatro vientos y
cínicamente que es paladín de los Derechos Humanos.
Muchos
especialistas, entendidos en estos temas,
consideran una notable ignorancia e incapacidad para gobernar del actual
presidente norteamericano a quien le falta todavía aprender mucho del elemental
sentido de humanidad, que es muy necesario para cumplir su función con civismo,
un concepto que nada tiene que ver con
las adineradas arcas de dinero que maneja un magnate de su envergadura. El
tiempo, implacable, dirá la última
palabra. El basurero de la historia casi
siempre se ocupa de estos casos.
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