Por
Tony Caballero Vidal.
El
concepto de Revolución proclamado por nuestro Comandante en Jefe no puede
divorciarse jamás del sentido ético martiano y humano del proceso
transformador que resultó de la lucha perenne
del pueblo cubano por la definitiva libertad, primero, y lo resultante del
triunfo del primero de enero de 1959 como elemento esencial. Al arribar al
aniversario 163 del natalicio del Apóstol,
nuestro homenaje y nuestro reconocimiento mediante este análisis.
La nueva proyección social surgida de la Revolución Cubana
se concibió a partir de principios muy bien definidos y conceptualizados sobre
marcados propósitos de moralidad, única vía posible de enrumbar la nueva vida
que se iniciaba con una causa justa,
equitativa y popular lograda sobre la base de otro principio elemental que
deriva la fuerza de toda obra social que se respete a sí misma: LA TRANSMISIÓN
DE LAS MÁS NOBLES IDEAS.
A mi modo de ver, hay que valorar muy
bien lo que se plantea en el concepto de Revolución definido por el Jefe de la Revolución. En
su contexto nos damos perfecta cuenta de su sentido abarcador, de su amplio
espectro acerca del hombre, del respeto a la libertad y a la soberanía, a la
dignidad, a la Patria,
a sus valores, pero más aún por su detalle abarcador de un sentido justo y
humanista que iguala al hombre y lo lleva a la cúspide del pensamiento de
hombres de la talla de nuestro Martí, de Bolívar y de los grandes pensadores de
la gran trayectoria confirmativa del proceso liberador cubano.
Así nos plantea Fidel:
“Revolución es sentido del momento
histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad
plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos
por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas
fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender
valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia,
desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia,
inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es
convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la
fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es
luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la
base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”
RETROSPECTIVA EN EL TIEMPO:
A solo unos días del triunfo
revolucionario, en aquel mes de enero de 1959 el propio Fidel definía los
valores éticos de la
Revolución y lo definía muy claro ante las pretensiones de
los que, desde el triunfo quisieron tergiversar el sentido moral del proceso
popular. Así lo expresaba:
“Las leyes de la Revolución son,
fundamentalmente, principios morales. Los propósitos por los cuales se está
luchando, esos propósitos son los que guían y trazan el derrotero de la Revolución. La
Revolución no es una cosa loca, la Revolución es algo que tiene una ruta trazada,
una serie de principios a los cuales se ajusta y, además, una serie de
principios fundamentales que son necesarios dejar bien sentados para que la Revolución se pueda
desarrollar pacífica y ordenadamente.”